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martes, 25 de febrero de 2014

Mucho humor, El humor en el Carnaval no se puede aggiornar

Más allá de que todo pueda ser objeto de risa, el Carnaval, que se jacta de vender más accesos a lo largo de cuarenta y cinco días que el fútbol en un año, debería iniciar asumir responsabilidades como formador de opinión que es y acompasar sus maneras de humor a la actualidad que lo atraviesa. Frente a algunas polémicas que se han generado en este Carnaval sobre las maneras de realizar humor y los objetos del mismo surge una pregunta ineludible ¿de que nos reímos en Carnaval? Luego de darle muchas vueltas me he dado cuenta que somos bastante amplios en vuestros gustos a la hora de la risa y tanto nos reímos del humor inteligente y pensado, como del ?chiste fácil?, ese que tiene por meta degradar al objeto del humor. Mayoritariamente la eficacia del humor depende de cuánto nos toque o nos afecte a cada uno de los espectadores la temática a la que se apela para lograr el mismo. Es decir, si somos o no fracción del tramo criticado, nos motivo más o menos gracia. No obstante también es cierto que el Carnaval tiene ciertos tramoes que son su meta a la hora de realizar humor, podríamos decir que se trata de tramoes más vulnerables. Los obesos, los negros, los homosexuales, las lesbianas y las mujeres en común son blanco sencillo para el humor en Carnaval y las maneras que se aplican al respecto suelen ser despiadadas para tratarlos. Es común, por lo tanto, ver cómo en un mismo repertorio conviven lugares reflexivos acerca de la discriminación, muchas veces en tono de sermón, con chistes claramente discriminatorios. Ahora, ¿qué es lo que sucede?. Parece ser que en Carnaval todo vale, todo está permitido si tiene como meta la risa. Esto es así por la camino de los hechos y sucede porque quienes muchas veces lo criticamos somos los que nos sentamos a contemplar los espectáculos y nos reímos de ellos, sin tener en cuenta que pueden estar afectando al que está sentado a vuestro lado. Sin embargo, cuando el objeto de la risa suele ser un tramo que nos involucra, posiblemente nos sintamos atacados y lo que antes nos causaba gracia, ahora no lo logre. Vuestra reacción en esos casos suele ser bastante contemplativa y pasiva. Nos sentimos atacados pero no reaccionamos frente al ataque y ahí es donde aparece la reflexión, en Carnaval todo vale porque como espectadores somos muy permisivos y con vuestra actitud convalidamos la premisa. Aplaudimos fervorosamente a quienes nos conmueven sobre el escenario, pero no utilizamos el mismo fervor para reprobar a los que nos agreden. Fuente: El País Digital

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