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martes, 4 de febrero de 2014

Cosas de broma, ¿Tienen los japoneses sentido del humor!

El sentido del humor es algo universal, hasta los moradores de las regiones más salvajes del planeta como pueda ser la Amazonía, Brooklyn o Los Pájaros, lo tienen. Pero por supuesto, en cada espacio se manifiesta de una forma diferente, y no siempre comprensible desde el otro lado de la frontera cultural, que es la que suele marcar las diferencias. Teniendo en cuenta el título de este post, se diría que con esta manifiesto inicial me lo estoy cargando, pero quizás convenga leer un escaso más. Los japoneses tienen fama de serios, de secos, de no expresar emociones, de ser muy formales... ¿Acaso se ríen? ¿Es probable que tengan sentido del humor? Ya he dicho que todo el mundo tiene sentido del humor, así que no hay que alarmarse (si es que confiáis un escaso en mí): los japoneses tienen sentido del humor. Eso si, bastante alejado de vuestro estándar. En occidente, lo usual es reirse del prójimo, es lo que se llama humor por la denostación... Nos reimos de ciertas conductas sexuales, de los genitales, de actos, cosas o personas 'sagradas', de los que ostentan el poder, de los menos favorecidos o capacitados, nos reímos de vuestros vecinos fronterizos o étnicos, etc. Se diría que no sabemos tabúes a la hora de bromear. Los polacos hacen chistes de los rusos, los suecos de los noruegos, los argentinos de los 'gallegos' y en España hacemos de los leperos el objeto de nuestras chanzas... Parece que no hay nada más natural que reirse del que está al otro lado, al que atribuímos un menos entendimiento y por tanto propenso a verse envuelto en situaciones ridículas. Los japoneses en esto son diferentes. A falta de confirmarlo de primera mano, no desprecian por sistema a otros pueblos, y desde despues no tienen a ninguno en propia en su punto de vista humorístico. Ni siquiera las diferencias regionales suscitan bromas más allá de la rareza del acento. Y desde despues no hacen bromas con aquellos apariencias de la vida resueltamente serios: la familia, la orientación sexual, el poder, la religión... Entonces, ¿de qué se ríen? Hacer burla de esos temas, inevitablemente hace caer sobre el burlador la ignominia de la vulgaridad y de la carencia del sentido de la propiedad. Parece que en Japón aún permanece esa contención victoriana que los pueblos occidentales hace mucho que dejamos atrás, cuando reírse de según qué cosas no solo era inapropiado y bajuno, sino también peligroso. Un agente también de alguna relevancia a considerar, es que tradicionalmente los japoneses han sido educados en la discreción y en la mínima expresión de sus sentimientos. Así que los humoristas ocupan una ratio limitada en el conjunto de la población, pero una cosa es segura, el que se libera de sus 'ataduras' emocionales puede realizar fortuna. No sorprende por tanto que regiones tradicionalmente consideradas más abiertas, como el caso de Kansai, proporcionen el grueso de los humoristas nipones (el paralelismo de Kansai con Andalucía en España, llega hasta el mismo acento, que al idéntico que el andaluz es considerado 'gracioso' en el resto del país) El humor en Japón es auto-despreciativo. Los japoneses se ríen de sí mismos, oscilando entre un abordaje pueril donde golpes, humillaciones y situaciones emcantinaazosas son la nota dominante (véanse los ejemplos de 'Humor Amarillo', aka 'Takeshi's Castle', aka 'Takeshi no Shiro', y 'Crayon Shinchan'), hasta un fino humor donde se exponen las miserias cotidianas (como sería el caso de los cineastas Ôzu o Ibuse). Similar, no obstante, a los chistes de leperos en España, están los relacionados con la hilaridad que provoca en los nipones la 'catetez' de los pueblerinos cuando llegan a la mayor ciudad (cercanos como están la mayoría de los japoneses a sus raíces rurales, la risa no es inocente)... Pero inclusive en estos casos, lo trasladan a sí mismos cuando viajan al extranjero. Una broma recurrente es la de aquel japonés que se arriesgó a meterse en un cantina neoyorquino, y tras obtener que le sirvieran una cerveza después de repetir insistentemente biiru (del inglés beer), y confiado en su habilidad en la idioma inglesa, a la pregunta de si la quería Heineken respondió: 'No, soy de Chiba-ken'. Dado que ken es el sufijo que indica la prefectura (división administrativa del Japón actual, parecida a las provincias españolas), el japonés había experto que se le preguntaba por su procedencia, manifestando así su desconocimiento del idioma y retratándose como paleto. Incluso en los proyectos más ácidos de televisión, las bromas suelen ser asépticas y estar más encaminadas a la pantomima y la exageración, que a realizar chistes 'sucios' o con doble sentido. Yo encuentro muy divertidos estos proyectos, pero no me cabe la menor duda de que echaré de menos el humor crudo y cruel que se suele descubrir en mi ciudad. A disfrutar del día

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