La acelerada vida de las personas ha provocado que los riesgos a la salud se incrementen. Uno de esos peligros latente es el accidente cerebrovascular, mejor conocido como derrame cerebral, que ocurre cuando el flujo de sangre de una parte del cerebro se detiene.
Cuando éste se detiene por unos pocos segundos, el cerebro deja de recibir oxígeno y las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente.
Los factores de riesgo más comunes sin duda siguen siendo el tabaquismo, altos consumos de alcohol, una dieta inadecuada, la inactividad física, hipertensión y la diabetes, pero hay otros que debes tomar en cuenta.
a) Síndrome metabólico:
Una persona padece este síndrome presenta, al mismo tiempo, obesidad alrededor de la cintura, grandes concentraciones de triglicéridos o baja concentración de colesterol, así como hipertensión e hiperglucemia. Estas personas son muy propensas a contraer diabetes, sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular.
b) Estrés crónico:
El sentimiento prolongado de soledad, aislamiento y angustia puede asociarse con otros factores de riesgo y aumentar la probabilidad de una persona a sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular.
c) Ritmo cardiaco irregular:
Cuando el ritmo cardiaco es irregular, el corazón no se contrae con la fuerza que debería. Esto puede producir que la sangre se estanque en el corazón y se formen coágulos. Si esos coágulos se desplazan, pueden llegar al cerebro, quedar atrapados en alguna arteria cerebral estrecha, obstruir el flujo de sangre y producir un accidente cerebrovascular.
Hasta un 20% de los accidentes cerebrovasculares están relacionados con la fibrilación auricular y muchas personas no saben que su ritmo cardiaco es irregular, por lo tanto es necesario acudir con un especialista para llevar a cabo un electrocardiograma.
¿Cómo detectar un infarto de miocardio grave?
Los infartos graves empiezan generalmente como un dolor o malestar en el centro del pecho, que dura varios minutos o tiende a repetirse. El malestar puede consistir en una sensación de presión u opresión. El dolor o malestar puede irradiar hacia los brazos, el hombro izquierdo, los codos, la mandíbula o la espalda.
Otros síntomas son:
• Dificultad para respirar o falta de aliento
• Náuseas o vómitos
• Mareos o desmayo
• Sudor frío
• Palidez
Las mujeres presentan una mayor predisposición a padecer dificultad respiratoria, náuseas, vómitos y dolor de espalda o de mandíbula. Quienes padecen diabetes quizá sientan menos dolor, pues esta enfermedad puede lesionar los nervios.
Angina de pecho, un factor muy ignorado
Si los vasos sanguíneos del corazón se han obstruido parcialmente y el flujo de sangre al corazón es reducido, pero no se ha interrumpido por completo, se puede producir un dolor en el pecho conocido como angina de pecho.
El paciente puede sufrir un dolor o malestar en el pecho que dura varios minutos. Generalmente aparece al efectuar alguna actividad física y se alivia con el reposo. También puede surgir como resultado de emociones intensas, estrés, calor o frío extremos. El dolor puede irradiar hacia los brazos, espalda, mandíbula, cuello y estómago. Las personas que padecen angina de pecho corren un alto riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Las personas con angina de pecho deben estar atentas a la evolución del dolor torácico.
La angina puede estar agravándose si el dolor:
• Sobreviene más a menudo.
• Dura más de lo habitual.
• Se asocia con dificultad respiratoria o con un ritmo cardiaco acelerado o irregular.
• Se produce con poco ejercicio físico y estrés.
¿Qué hacer ante un episodio de angina de pecho?
Deje lo que estaba haciendo y descanse hasta que se le pase el dolor. Si el médico le ha prescrito una pastilla para mantener debajo de la lengua o un aerosol para aliviar el malestar, siga sus indicaciones. Si eso no ayuda, pida una ambulancia que lo lleve al servicio de urgencias del hospital más cercano. En todos los casos llame al médico enseguida.
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